Allí estaba yo, en mi habitación, sola. Era de noche. Estaba a oscuras, preparada para dormir pero, no podía. Decidí ir a la cocina y calentar un poco de leche, para beberla y ver si lograba conciliar el sueño, y de una vez, alimentar al gato. Cuando llegué ahí, no pude evitar ver la silueta de alguien, correr por el jardín. Me asusté un poco, ya era muy tarde. Cuando estaba sirviéndome la leche tibia, oigo la perilla de la puerta, como si alguien estuviera por abrir, estaba desconcertada pues vivía sola, no había motivo ni forma de que alguien entrara a la casa. Lo único que pude hacer fue correr. Llegué a mi recámara y me senté en el suelo, en una esquina. Oía como todo en la cocina era arrojado al piso. Alguien había entrado, y parecía furioso. Oí mi nombre en un grito lleno de enojo. La voz era totalmente desconocida. Yo temblaba, abrazando a mi gato, que me siguió hasta la recámara. Quien me acompañaba en la casa era un hombre, así parecía, por su voz gruesa. Nunca lleg