Hoy en día es bastante común que cuando algo nos revienta o nos jode la vida explotemos contra todo y todos, que cualquier cosa nos enoje, que nos queramos desquitar con gente que no tiene "vela en el entierro", pues estamos cegados por la rabia del momento, todo el mundo tiene la culpa de nuestros males... Encerrados en ese mundo somos capaces de lastimar muchísimo a la gente que queremos y nos quiere. Cuando entramos en razón y recobramos el sentido, corremos a disculparnos, y en el desahogo de nuestras penas, lo que se nos ocurre es decir: "Me enojo porque todo me pasa a mi", "estoy tan harto de todo", "esta es una vida de porquería..." Y cuando se nos cuestiona el arranque decimos: "¡Es que no me entiendes!" "PONTE EN MIS ZAPATOS por un minuto si quiera". La vida, esa bendición... Cada quien tiene la suya y a veces sentimos que nos aprieta o se nos afloja demasiado, otras, nos queda perfecta, como un par de zapatos...